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¿Cómo podemos estar en el siglo XXI y que los centros de educación superior todavía sigan imponiendo una sola metodología de enseñanza para TODOS?
Clases de más de 40 alumnos, avance unilateral y modelos de aprendizaje obsoletos. Esto se ve a diario en las aulas peruanas de universidades e institutos que no discriminan ni en precio de mensualidad, ni en prestigio.

Tenemos que dejar de ver el proceso de aprender como algo aburrido y obligatorio. Tenemos que dejar de normalizar el ver a los jóvenes como el problema. No es coincidencia que tantos de nosotros pensemos que el sistema educativo tradicional no está teniendo los mejores resultados.

La idea de que un alumno está mal por no aprender de la misma manera que otros 39 no es viable en el mundo de hoy. Y no solo es una cuestión de la velocidad en la que reciben nuevos conocimientos, lo verdaderamente importante es cómo se los transmiten. Aprendizaje de tipo implícito, aprendizaje cooperativo, aprendizaje significativo, aprendizaje asociativo, etc.

La inmediata discriminación de las personas que no absorben conocimientos de la manera convencional se ha vuelto el día a día de cientos de centros educativos.

¿El culpable?

La responsabilidad no solo está en los catedráticos y los establecimientos en los que laboran. Mientras no existan jóvenes, padres y asociaciones que exijan una mejora, los alumnos seguirán yendo a estudiar sin garantías. “Si no es tu forma de aprender, te quedas sin la carrera con la que soñaste toda tu niñez”.

¿Ese es nuestro legado?

Al parecer no, modelos educativos disruptivos se gestan alrededor del mundo desde hace más de 20 años. En Perú, el cambio está empezando fuera de las aulas de clases tradicionales. Centros educativos inclusivos que manejan métodos en donde todos logran aprender a su manera sin retrasar el aprendizaje de sus compañeros, dejan a las universidades convencionales como una opción B para muchos jóvenes.
Cada vez son más los que entienden que la frustración constante con los estudios no es algo normal y que hay que hacer algo al respecto. Por ahora, conocer alternativas es lo mejor que podemos hacer, tanto para nosotros, como para las personas que guiamos.